En lo personal, comunicar con crónicas es una manera de estar en el mundo. Es decir presente, es prestar atención a todo, en un mundo hiperactivo que sufre déficit de atención constante.
Desde lo profesional, escribir en digital con un sitio de mirada de autora, me permite volver a cargar de sentido y valor a tantos signos que han quedado vacíos, sin tiempo para el pensamiento reflexivo en el campo de la comunicación social con orientación hacia las crónicas en turismo y la cultura en general.
Sobrada cantidad de textos y discursos de firma robótica y anónima abundan saturando el terreno de los medios masivos. Estamos en el tiempo de la posverdad, en que la verdad o la mentira, lo ficticio o lo real, sin comprobación, es aceptado de antemano de manera emocional, sin chequeo, sin fuentes, sin firma, compartido hasta el infinito, por el solo hecho de encajar con un preconcebido esquema mental. Las noticias falsas, la realidad aumentada, un algoritmo vigilante, al acecho y persecutor, la persona como producto del consumo virtual permiten la confusión, la desinformación y un descreimiento aberrante en todo lo discursivo y textual.
El mundo se ha distanciado por tanta palabra contaminada, anónima, globalizada, paradójicamente desconectada de sus propios símbolos que le otorgan identidad.
Entonces, si en las palabras anidan los sentidos, la comprensión y el sentir verdadero, comunicar es tomar nota y hacer foco con detenimiento, conciencia, y ética, es encontrar las teclas, acudir a las creencias, fusionarlas con el arte, el conocimiento, la denuncia o la crítica responsable, la ciencia, la memoria histórica, los viajes, la experiencia, las costumbres, la armonía generosa de lo natural, el diálogo amoroso, todo lo que se aprende -y urge- por esencia humana cultural…
¡Bienvenidos!
Soy Ana Claudia Simes
Deja una respuesta