En las inmediaciones del Parque Nacional Iguazú, se abren paso senderos interpretativos de la Cultura Guaraní Originaria, áreas de uso turístico e intercultural. Es una experiencia que parte de la cosmovisión indígena, la que actúa como vector de resistencia e identidad. Y yo pienso en su gente, la que le da identidad a un lugar, lejos de lo global, a modo de resistencia contra el olvido.

Visitar un destino es algo más que pasear por la avenida principal, una costanera, la vuelta de shopping o parques temáticos o naturales, eso que se parece en todos lados.
Cuando andamos de turismo, nos gusta salirnos de los caminos tradicionales y de las réplicas de lo ya visto y vivido.
Insisto, pensamos en la gente del lugar.
Ahí está la riqueza, en los lugareños, los de siempre, los primeros o los últimos en llegar. En la gente está la raíz cultural, eso que enriquece la mirada respetuosa y amplia sobre el mundo.
En este recorrido cultural, ubicado tan cerca de uno de los destinos más importantes de la República Argentina, el Parque Nacional Iguazú, los jóvenes de la Cultura Guaraní envían con esta propuesta su mensaje al mundo a través de los visitantes, con amor a su propia cultura, dignidad y respeto por los bienes naturales que dan vida a estas selvas que oxigenan a la humanidad.

Es un circuito de turismo que enriquece a todos, lugareños y visitantes, que se diferencia de lo copiado o estilo turismo tradicional. Las comunidades originarias invitan al viajero a visitar la selva misionera junto a quienes más la conocen. El recorrido puede ser en auto o a pie, a través de senderos ecoturísticos donde se comparte y aprende sobre las costumbres y saberes de la comunidad.
Se escucha de primera mano el idioma ancestral, se conocen los cultivos y los frutos comestibles de la selva. Además se pueden adquirir las artesanías tradicionales realizadas con madera, caña, semillas y fibras vegetales. Lo fundamental es mostrar a los visitantes la importancia de la preservación del territorio y el respeto que se debe tener hacía la Madre Selva, con su vital preservación para el planeta tierra.
Nos encantó la propuesta. La disfrutamos. La compartimos con turistas de otras nacionalidades. Escuchamos a sus habitantes. Ellos nos escucharon a nosotros. Fue una vivencia para recomendar y hasta me animo a decir, para replicar en ideas en otras regiones del pais donde también conviven grupos originarios de diferentes costumbres y creencias pero con las mismas ansias de resistir al avance de las ciudades, de los emprendimientos inmobiliarios, de los usurpadores extranjeros millonarios o simplemente, pretenden resisitir al avasallamiento del olvido.










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